OPINIÓN
Dice Beatriz Sarlo en “Abundancia y pobreza”, capítulo de
“Escenas de la vida posmoderna”: “Si es cierto que se ama a una estrella pop
con el mismo amor con que se sigue un equipo de fútbol, el carácter transclase
tranquiliza la conciencia de sus portadores, aunque ellos mismos, luego,
diferencien cuidadosamente a los negros de los rubios, según la lógica que
también los clasifica en las puertas de las discotecas”.
Y sí…Todos los jóvenes nos ponemos bellos para salir de
noche. Las chicas con sus minifaldas, remeras escotadas, zapatos taco alto,
maquillaje, y los varones con nuestras camisas o remeras, pantalón vaquero,
zapatos o zapatillas. Mucho perfume, cadenitas, aros, anillos.
Después, cuando nos terminamos de cambiar, se decide en qué se va a ir a la
discoteca: en colectivo, en auto, en taxi…
Y una vez que estamos ahí, en la puerta, hay dos o tres patovicas
que deciden si podemos entrar o no. Me pregunto: ¿por qué deciden quién puede
entrar? ¿Acaso las discotecas no son para todos? Ahí se puede ver la
discriminación a la clase social: se diferencia a los negros de los rubios, se
diferencian las vestimentas.
Creo que eso está muy mal. Todos tenemos que entrar mientras
paguemos la entrada. Todos tenemos derecho a entrar: los negros, los rubios,
los ricos, los chetos, y ahí adentro poder disfrutar de la fiesta.
Juan
Martínez. 3º1º TM
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