lunes, 5 de noviembre de 2012

OPINIÓN


OPINIÓN

Dice Beatriz Sarlo en “Abundancia y pobreza”, capítulo de “Escenas de la vida posmoderna”: “Si es cierto que se ama a una estrella pop con el mismo amor con que se sigue un equipo de fútbol, el carácter transclase tranquiliza la conciencia de sus portadores, aunque ellos mismos, luego, diferencien cuidadosamente a los negros de los rubios, según la lógica que también los clasifica en las puertas de las discotecas”.

Y sí…Todos los jóvenes nos ponemos bellos para salir de noche. Las chicas con sus minifaldas, remeras escotadas, zapatos taco alto, maquillaje, y los varones con nuestras camisas o remeras, pantalón vaquero, zapatos o zapatillas. Mucho perfume, cadenitas, aros, anillos.

Después, cuando nos terminamos  de cambiar, se decide en qué se va a ir a la discoteca: en colectivo, en auto, en taxi…

Y una vez que estamos ahí, en la puerta, hay dos o tres patovicas que deciden si podemos entrar o no. Me pregunto: ¿por qué deciden quién puede entrar? ¿Acaso las discotecas no son para todos? Ahí se puede ver la discriminación a la clase social: se diferencia a los negros de los rubios, se diferencian las vestimentas.

Creo que eso está muy mal. Todos tenemos que entrar mientras paguemos la entrada. Todos tenemos derecho a entrar: los negros, los rubios, los ricos, los chetos, y ahí adentro poder disfrutar de la fiesta.

                                                                                  Juan Martínez. 3º1º TM

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