lunes, 5 de noviembre de 2012

Los adolescentes y las picadas


 Los adolescentes y las picadas

En Rosario se multiplican los lugares donde se realizan picadas de autos y motos. Uno muy conocido es la costanera de la zona norte, donde el ruido de los motores se escucha desde lejos más de una noche por semana. Cómo esta actividad es vivenciada por un concurrente habitual y cuáles son los motivos que lo llevan a correr a altas velocidades.

(Entrevista realizada por una alumna de 4° año de nuestra escuela a un joven de 22 años)

 

¿Qué sentido tiene para vos correr a altas velocidades en esa recta?

(risas) ¿Y vos qué sentido le encontrás a que veintidós personas corran atrás de una pelota? La verdad es que muchas personas me lo han preguntado, y sé que para el que no le gusta no tiene sentido. Para mí, correr en picadas es lo mejor. Son esos dos días en que sé que voy a desafiar a lo que es llamado velocidad.

¿Cuándo empezaste a correr picadas?

A los dieciocho, cuando me regalaron la primera 110. Nunca ganaba y es por eso que empecé a trabajar para juntar el dinero necesario y comprarme una moto más grande. Desde ese momento no dejé ni un solo día la velocidad.

¿Tuviste algún accidente grave en las picadas?

Sí, tuve cuatro accidentes importantes con fracturas, quebraduras, golpes fuertes, pero a pesar de esos accidentes me encanta la velocidad. Eso llamado adrenalina que siento al pasar los semáforos en rojo, ir a velocidades que sé que si los demás no frenan no freno yo. Día a día desafío la velocidad manejando autos y motos. Hoy sólo tengo una moto, con ella tuve esos accidentes importantes y a pesar de todo eso no pienso dejar de correr.

¿Por qué pensás que a los adolescentes les gusta tanto correr?

Creo que por lo mismo que me empezó a gustar a mí a esa edad. Hoy es la onda, la onda es hacer picadas en La Florida, saber que todos están mirando qué motos tenés, si te caés, si ganás o perdés. Todo empieza por la mirada de los demás. Si no tenés, o no hacés, no estás en la onda. Además, a los 17 ó 18 empezás a descubrir la adrenalina, ese calor en el cuerpo, la transpiración en las manos, saber que en ese momento el semáforo se pone verde y comienza, pero no sabés cómo termina. Por lo menos, a mí me pasa eso, y creo que los demás sienten lo mismo, por eso les gusta.

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