sábado, 17 de noviembre de 2012

ADOLESCENCIA E IDENTIDAD.


ADOLESCENCIA E IDENTIDAD.
¿ADOLESCENCIA O ADOLESCENCIAS? 

Autores: 5º2º TM 

La adolescencia se nos presenta como un enigma, tanto para el propio adolescente como para la sociedad, ahora bien, esta característica enigmática es tratada en cada época de manera diferente. ¿Existieron siempre los adolescentes?

¿Puede hablarse de  “una “clase de adolescente? ¿Puede aseverarse que existe un tipo único de adolescente ahistórico, universal, que prescinde del género, la raza o la época?

Pensamos que no, por eso el plural, para dar cuenta de las diferencias que están en juego. No es los mismo caracterizar a un adolescente sueco, que a uno argentino, a uno de barrio norte que a uno de villa banana, a uno actual con uno de principio de siglo.

No existe entonces “la adolescencia”, no hay una esencia en el ser adolescente. Sí, hay sujetos que llevan 14 o 18 años de su vida, que traviesan un período de cambio y que según las épocas y las culturas son nombrados, mirados y caracterizados de diferente manera. Esto incluye lo que se espera de ellos.

Por otra parte si tomamos la definición  de adolescente como persona que está en proceso de desarrollo y por lo tanto no tiene ciertas condiciones, no es capaz de…., carece de… , adolece de……. se nos presentan imágenes relacionadas con el conflicto, los problemas, el dolor, la insuficiencia. Pero esto es desde una mirada adulta. Esta es una definición del adolescente blanco, occidental de clase media. Resulta evidente que un adolescente no puede ser definido sólo desde la falta o de lo que no es capaz. Cada momento del devenir humano debe ser entendido en su singularidad y plenitud, de esta manera entendemos que un adolescente es un ser pleno, con atributos de diversa y distinta significación, con valores y duración según cada cultura, cada sociedad y particularmente del momento histórico que se atraviesa.

Dos aspectos contradictorios se nos presentan en la mirada adulta de los adolescentes: por un lado la adolescencia es demonizada por la rebeldía, la transgresión, la ruptura de las normas, de las tradiciones y las costumbres, y/o bajo las formas de la apatía, de la indiferencia, la pasividad. Pasan a ser fuente de todo desvío, es decir: peligrosos, violentos o pasivos, indolentes, conflictivos. En el otro extremo se presenta a la adolescencia como la juventud enaltecida, lo joven como valor, en tanto vitalidad, fuerza, energía, vigor, belleza, frescura.

Este y otros interrogantes nos surgieron a partir de la película “Mi nombre es Tsotsi” ( Gavin Hood, Sudáfrica 2005 ganadora del Oscar a la  mejor película extranjera 2006).
 


En la película se muestra a un grupo de jóvenes marginales, que transitan una adolescencia signada por la violencia, la exclusión y la delincuencia. La película pone al descubierto que las diferentes carencias afectivas de la infancia, el abandono y la soledad marcan la identidad de los adolescentes de una manera que parece irredimible.

 

Sin embargo una situación fortuita, la aparición de un  bebé en la vida del protagonista marca una ruptura en el destino al cual Tsotsi parecía condenado. Es que los vínculos con otros nos transforman y nos  abren nuevas posibilidades. La película nos dice que no hay destinos marcados, hay vueltas y encuentros, hay múltiples vías posibles y algo nos sugiere todo el tiempo y es que el lazo afectivo con otro nos permite constituirnos a nosotros mismos.

 Si quieres saber más sobre la película:

http://masalladeunacriticadecine.blogspot.com.ar/2007/06/mi-nombre-es-tsotsi.html

 


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