ADOLESCENCIA
E IDENTIDAD.
¿ADOLESCENCIA
O ADOLESCENCIAS?
Autores:
5º2º TM
La adolescencia se nos presenta
como un enigma, tanto para el propio adolescente como para la sociedad, ahora
bien, esta característica enigmática es tratada en cada época de manera
diferente. ¿Existieron siempre los adolescentes?
¿Puede hablarse de “una “clase de adolescente? ¿Puede aseverarse
que existe un tipo único de adolescente ahistórico, universal, que prescinde
del género, la raza o la época?
Pensamos que no, por eso el plural,
para dar cuenta de las diferencias que están en juego. No es los mismo
caracterizar a un adolescente sueco, que a uno argentino, a uno de barrio norte
que a uno de villa banana, a uno actual con uno de principio de siglo.
No existe entonces “la
adolescencia”, no hay una esencia en el ser adolescente. Sí, hay sujetos que
llevan 14 o 18 años de su vida, que traviesan un período de cambio y que según
las épocas y las culturas son nombrados, mirados y caracterizados de diferente
manera. Esto incluye lo que se espera de ellos.
Por otra parte si tomamos la
definición de adolescente como persona
que está en proceso de desarrollo y por lo tanto no tiene ciertas condiciones,
no es capaz de…., carece de… , adolece de……. se nos presentan imágenes
relacionadas con el conflicto, los problemas, el dolor, la insuficiencia. Pero
esto es desde una mirada adulta. Esta es una definición del adolescente blanco,
occidental de clase media. Resulta evidente que un adolescente no puede ser
definido sólo desde la falta o de lo que no es capaz. Cada momento del devenir
humano debe ser entendido en su singularidad y plenitud, de esta manera
entendemos que un adolescente es un ser pleno, con atributos de diversa y
distinta significación, con valores y duración según cada cultura, cada
sociedad y particularmente del momento histórico que se atraviesa.
Dos aspectos contradictorios se
nos presentan en la mirada adulta de los adolescentes: por un lado la
adolescencia es demonizada por la rebeldía, la transgresión, la ruptura de las
normas, de las tradiciones y las costumbres, y/o bajo las formas de la apatía,
de la indiferencia, la pasividad. Pasan a ser fuente de todo desvío, es decir:
peligrosos, violentos o pasivos, indolentes, conflictivos. En el otro extremo
se presenta a la adolescencia como la juventud enaltecida, lo joven como valor,
en tanto vitalidad, fuerza, energía, vigor, belleza, frescura.
Este y
otros interrogantes nos surgieron a partir de la película “Mi nombre es Tsotsi”
( Gavin Hood, Sudáfrica 2005 ganadora del Oscar a
la mejor película extranjera 2006).
En la película se muestra a un grupo de jóvenes marginales,
que transitan una adolescencia signada por la violencia, la exclusión y la delincuencia.
La película pone al descubierto que las diferentes carencias afectivas de la
infancia, el abandono y la soledad marcan la identidad de los adolescentes de
una manera que parece irredimible.
Sin embargo una situación
fortuita, la aparición de un bebé en la
vida del protagonista marca una ruptura en el destino al cual Tsotsi parecía
condenado. Es que los vínculos con otros nos transforman y nos abren nuevas posibilidades. La película nos
dice que no hay destinos marcados, hay vueltas y encuentros, hay múltiples vías
posibles y algo nos sugiere todo el tiempo y es que el lazo afectivo con otro
nos permite constituirnos a nosotros mismos.
Si quieres saber más sobre la película:
http://masalladeunacriticadecine.blogspot.com.ar/2007/06/mi-nombre-es-tsotsi.html
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